Seguro que todos conocemos esta obra de arte del reconocido pintor noruego Edvard Munch. Pero, ¿se trata de un grito realmente? Lo cierto es que no.
En efecto, la gran obra del expresionismo ubicada en la Galería Nacional de Oslo (y también en el Museo de Munch), en Noruega, se trata de una persona tapándose las orejas al escuchar algo, que no es un grito, precisamente. Me gusta decir que algunos silencios son más ensordecedores que las mayores expresiones de barullo.
El Grito de Munch es un claro ejemplo de aquellas imágenes que pueden escucharse, aunque es obvio que no todos escuchamos lo mismo. Tal vez, al igual que el autor de la obra, cada quien escuchará aquello que más le robe la tranquilidad. Para Edvard Munch, este fue el grito de la naturaleza retumbando en su cabeza, según mencionan en los registros del Museo Británico (Londres, Inglaterra).
«Me detuve y sintiéndome exhausto, me apoyé en la valla. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron caminando y yo me quedé allí, temblando de miedo, y sentí un grito infinito en toda la naturaleza».
– Edvard Munch.
Por otro lado, un aspecto que llama la atención de muchos espectadores es la representación tan angustiante del sujeto en cuestión y las dos personas que vemos atrás (los amigos de Munch), que esclarecen aquel momento en la vida del autor, que él mismo relata. De hecho, antes de pintar “El grito”, Munch pintó “La desesperación” (1892) donde se aprecia el preciso momento en el que se detuvo y se apoyó en la valla. No obstante, esta no obtuvo el resultado esperado y fue así que pintó la que llegaría a ser su obra maestra.
Ahora bien, con respecto a la postura del protagonista en la obra, el Museo Británico señaló también que pudo ser resultado de un golpe de inspiración del autor al visitar el Museo Etnográfico del Trocadero de París (1889) y visualizar a una momia peruana de la cultura Chachapoyas, que es muy similar a la obra final de Munch.
Otro punto curioso son los colores de la pintura, puesto que incluso siendo algunos tan cálidos como el naranja, que ocupa gran parte de la obra, llegan a transmitir algo tan frío como la desesperación. Asimismo, resalta entre esto un paisaje ondulado bien logrado, que da la impresión de estar visualizando algo tan intangible como el sonido.
Por último, cabe señalar que, por tratarse de una obra sumamente famosa a nivel mundial y que hasta hoy en día sigue resonando entre todos, se han realizado demasiadas apropiaciones artísticas (también conocidas como préstamos pictóricos). A continuación, te dejo un vídeo con algunos ejemplos de obras o ilustraciones que utilizaron como referencia a la obra de Munch.
Un pensamiento en “Sobre El Grito (1893) y algunas apropiaciones”